
Son las cinco y media de la mañana en Madrid, once y media de la noche en Santa Cruz. Desde el sábado pasado son seis horas de diferencia, acabó el horario de invierno y el frío disminuye pero sigue. Llevo en la península Ibérica 67 días y un cúmulo de situaciones, entre nuevas y revividas, dignas de varios argumentos de guión. Siempre he sufrido de insomnios, en Santiago, Santa Cruz o Madrid, a veces más, a veces menos. Ahora estoy en las veces que más.
Madrid es una ciudad encandilante, más amigable de lo que esperaba, aunque todavía no le tomo verdaderamente el pulso. Encandilante y diversa, llena de colores de piel, acentos distintos e idiomas diferentes. Es una pena encontrarme de frente con ella mientras atraviesa la crisis europea.
Son las seis de la mañana en Madrid, doce de la noche en Santa Cruz. Estoy en mi cuarto de 2x3 de mi ‘piso compartido’ en el centro de Madrid. Puedo dar cátedra de interculturalidad al compartir un solo baño con dos ecuatorianos y dos búlgaros. A pesar de todo, es más llevadero de lo que parece. Excepto claro, la madre de todas mis angustias: la ausencia de internet en este departamento, motivo suficiente para sacarme de quicio.
Al menos en estos insomnios es donde mejor trabajo, en las noches eternas he escrito cortos y mi único largometraje, he realizado proyectos y actualmente preparo los artículos y reportajes de mi reciente fase periodística en ‘los madriles’.
Son las seis y media de la mañana en Madrid, doce y media de la noche en Santa Cruz. Ahora mismo ando más feliz que perro en camioneta, acabo de poner las bases para un nuevo guión de largometraje sobre herencias y testamentos, que me tiene atacado de la risa desde hace un buen rato. Risas contenidas aclaro… la ecuatoriana histérica del cuarto de al lado tiene el sueño ligero.
Siempre revolotean cuentos, relatos, cortometrajes, pero un largo, eso es para celebrarlo (mañana mismo, con unas frías y espumosas).
Todo gracias a mi amada amante, la que me ha acompañado en las buenas y en las malas por mis incipientes incursiones en el viejo mundo… mi notebook Toshiba Satellite (ailoviu, lo sabés…)
Y lo mejor de todo… Ahora son insomnios en Madrid, mañana quién sabe, quizás sean insomnios en Santiago, o mejor aún, nuevamente insomnios en Santa Cruz.
