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jueves, 2 de abril de 2009

Insomnios Madrileños


Son las cinco y media de la mañana en Madrid, once y media de la noche en Santa Cruz. Desde el sábado pasado son seis horas de diferencia, acabó el horario de invierno y el frío disminuye pero sigue. Llevo en la península Ibérica 67 días y un cúmulo de situaciones, entre nuevas y revividas, dignas de varios argumentos de guión. Siempre he sufrido de insomnios, en Santiago, Santa Cruz o Madrid, a veces más, a veces menos. Ahora estoy en las veces que más.


Madrid es una ciudad encandilante, más amigable de lo que esperaba, aunque todavía no le tomo verdaderamente el pulso. Encandilante y diversa, llena de colores de piel, acentos distintos e idiomas diferentes. Es una pena encontrarme de frente con ella mientras atraviesa la crisis europea.


Son las seis de la mañana en Madrid, doce de la noche en Santa Cruz. Estoy en mi cuarto de 2x3 de mi ‘piso compartido’ en el centro de Madrid. Puedo dar cátedra de interculturalidad al compartir un solo baño con dos ecuatorianos y dos búlgaros.
A pesar de todo, es más llevadero de lo que parece. Excepto claro, la madre de todas mis angustias: la ausencia de internet en este departamento, motivo suficiente para sacarme de quicio.

Al menos en estos insomnios es donde mejor trabajo, en las noches eternas he escrito cortos y mi único largometraje, he realizado proyectos y actualmente preparo los artículos y reportajes de mi reciente fase periodística en ‘los madriles’.


Son las seis y media de la mañana en Madrid, doce y media de la noche en Santa Cruz. Ahora mismo ando más feliz que perro en camioneta, acabo de poner las bases para un nuevo guión de largometraje sobre herencias y testamentos, que me tiene atacado de la risa desde hace un buen rato. Risas contenidas aclaro… la ecuatoriana histérica del cuarto de al lado tiene el sueño ligero.

Siempre revolotean cuentos, relatos, cortometrajes, pero un largo, eso es para celebrarlo (mañana mismo, con unas frías y espumosas).

Todo gracias a mi amada amante, la que me ha acompañado en las buenas y en las malas por mis incipientes incursiones en el viejo mundo… mi notebook Toshiba Satellite (ailoviu, lo sabés…)


Y lo mejor de todo… Ahora son insomnios en Madrid, mañana quién sabe, quizás sean insomnios en Santiago, o mejor aún, nuevamente insomnios en Santa Cruz.



martes, 4 de noviembre de 2008

un inusual super héroe en plena selva boliviana


Esperando nadar con soltura por las aguas de la novela juvenil, no tan conocidas para mi como las de la dramaturgia, se me ocurrió una historia bastante curiosa sobre un adolescente en un velorio.


Fue cuando desempolvando guiones de cortometraje que realicé en el 2004, me encontré con "Leo y los berlines", sobre un niño con sobrepeso obsesionado con los berlines: bolitas de masa, típicas en Chile, rellenas de crema pastelera y polvoreadas con azúcar impalpable.

Obsesionado con los berlines, pero principalmente con su dealer: la bella y voluptuosa pastelera del pueblo... Estela.

Se me escapó una sonrisa por la fisura del labio al recordar que el personaje de la pastelera fue la musa que dio vida a Estela Ortíz: la hermana menor de las excéntricas Ortices, personajes principales y encandilantes de mi guión de largometraje y futura película "Las luciérnagas conspiran de día".


La curiosa idea del adolescente en un velorio, más, un repentino reencuentro con las novelas de misterio de mis primeras lecturas, hizo que, después de dormir por 4 años, Leo y los berlínes se esté convirtiendo en una nueva obra, en donde, por ubicación geográfica, no existirán berlines claro, si no la peculiar gastronomía ganadera del oriente boliviano y su fijación con el queso (o la mia).




Una extraña, mágica y sorprendente novela juvenil de misterio y muerte, probablemente de notorio estilo narrativo cinematográfico, en un pueblito ficticio por el cual he recorrido repetidamente sus calles.

El tiempo se encargó a que devuelva a Estela Ortíz a la historia donde la vi nacer. La historia avanza en mis hojas a pasos acelerados... tanto, que asusta. Me encanta mi inusual super héroe adolescente que resuelve extraños casos en plena selva boliviana.